
Todos estamos dispuestos a hacer algunas locuras por algo que al resto de la humanidad le parecería absurdo.
En mi caso, el arte es una de esas razones. Si te dicen que tienes que subir esta pared para ver unos frescos de mil años de antigüedad sorprendentemente conservados en la roca, dirás: "Que suba Rita". Pero si el arte es una de tus pasiones, dirás: "¿En qué punto exactamente nos vamos a dar la hostia disfrutando de esos frescos?". Pues exactamente donde está la flecha naranja.
Este es uno de los frescos que se conservan en la gran roca de Sigiriya, en el centro de Sri Lanka. Para mí este lugar es uno de los más interesante de la isla, no sólo por la imponente ruta de subida a la cima, sino por la historia del lugar, que hace 2000 años fue un lugar de meditación budista y posteriormente fue tomado por un monarca déspota para instalar su palacio en la cúspide.
Esta fotografía está tomada desde la parte más alta de la roca. Si pincháis en la imagen, podéis comprobar que los puntos del centro de la fotografía no son hormigas, sino personas que se debaten entre las dos frases con las que comienza este post.