martes, 22 de septiembre de 2009

Amarillo sobre rojo y negro

En estos días estoy finalizando un trabajo sobre Angola. Han sido 5 meses de intenso estudio para evaluar las acciones realizadas por una conocida ONG española con miles de campesinos angoleños. El proyecto quiere mejorar sus capacidades de autogestión, fortalecer a organizaciones comunitarias e incidir políticamente para lograr cambios a mejor.

Angola es un país de contrastes muy grandes, casi abismales. La élite se mueve en helicópteros en Luanda para evitar el tráfico del centro de la capital, mientras en las zonas periurbanas y rurales cada día es un nuevo reto de supervivencia.

He revisado el estudio de países que hizo un experto de Naciones Unidas, en el que juega con los colores de las banderas para describir datos característicos de un país en cuestión. Rescaté la bandera angoleña porque retrata muy bien esa realidad radical que la que hablo.

Viendo esa bandera y los datos que recoge uno entiende muchas cosas, muchos obstáculos que hay sortear para lograr que la gente olvidada tenga voz propia y confianza en un futuro un poco mejor.